Una aventura en Londres: mis estancias tuteladas
Mi nombre es Paula y estoy cursando el último año del grado en Farmacia en la
Universidad de Navarra. Durante el segundo cuatrimestre de quinto curso tenemos
que realizar seis meses de Estancias Tuteladas en hospital o en farmacia
comunitaria, y una oportunidad realmente buena que ofrece la Universidad es la
posibilidad de realizar ambas modalidades, tres meses en cada una.
Personalmente, nunca he visto mi futuro en ninguna de estas dos opciones,
siempre he tenido muy claro que quería orientar mi carrera profesional hacia la
industria farmacéutica, y, aunque me hubiera gustado haber podido conocer la
función del farmacéutico en ambos oficios, acabé apostando por la experiencia
internacional, lo que me ha llevado a Londres, donde actualmente estoy
realizando las Estancias en una farmacia comunitaria hasta junio.
La llegada del coronavirus hizo que, lamentablemente, tuviera que rechazar un
Erasmus para el primer cuatrimestre, así que, como seguía teniendo la espinita,
no dudé en solicitar una plaza para las Estancias Internacionales en el momento
en el que nos las ofrecieron. Me parecía una experiencia enorme, tanto a nivel
personal como profesional, que no podía dejar escapar, y, además, una muy buena
oportunidad para poder conocer cómo es esta profesión en otro país y mejorar mi
inglés. El Brexit, el coronavirus y la nueva variante, que apareció en Reino
Unido una semana antes de coger el vuelo, nos mantuvieron en vilo hasta el
último momento sin saber si íbamos a poder ir, pero toda esa incertidumbre
mereció la pena. Todavía no puedo contar mucho sobre mi experiencia aquí porque
solo llevamos una semana de prácticas y hay un confinamiento nacional que nos
impide conocer Londres más allá de dar paseos, pero estoy encantada y muy feliz.
Desde el primer día en que puse un pie en la farmacia me he sentido como en
casa. Más que los conocimientos farmacéuticos, lo que más miedo me daba era no
poder comunicarme con claridad con el equipo o con los pacientes, pero la verdad
es que el idioma no ha sido en ningún momento un problema.
Mi equipo está formado por 7 personas y solo una de ellas es farmacéutica.
Durante esta primera semana, todas ellas han estado muy atentas y dispuestas a
ayudarme y enseñarme todo lo posible, y la verdad es que estoy muy contenta y
aprendiendo muchísimo. Un dato curioso, ¡no llevan bata porque creen que así el
trato con el paciente es más cercano! La cantidad de servicios profesionales que
ofrecen desde la farmacia comunitaria en Reino Unido, así como la autoridad que
tiene el farmacéutico, no tienen nada que ver con lo que estamos acostumbrados a
ver en España, y esto ha sido una de las cosas que más me ha gustado. El
farmacéutico tiene un conocimiento mucho más exhaustivo del paciente, tiene
acceso a su historial clínico y un contacto mucho más estrecho con el médico,
siendo su participación clave para la mejora de la calidad de vida del paciente.
Puede prescribir y realizar cambios de medicamentos si lo considera oportuno, y
nada puede ser dispensado si el farmacéutico no lo ha revisado antes. A
diferencia de lo que sucede en España, los medicamentos se entregan por unidad y
no por caja, lo que ayuda a que no se produzca un almacenamiento innecesario de
medicamentos no consumidos en botiquines caseros, evitando, así, una posible
automedicación.
Después de cuatro años y medio de carrera tenía muchísimas ganas de poder poner
en práctica todas las competencias adquiridas. Venir a Londres a hacer las
Estancias en mitad de una pandemia está siendo toda una aventura, pero es que la
vida consiste en eso, en vivirla. A pesar de que decidí estudiar farmacia un
poco de rebote y sin tener muy claro si era lo que quería, ahora puedo decir con
mucho orgullo y muy feliz que en unos meses seré parte de esta preciosa
profesión. Paula Andrés Zurbano, alumna 5º curso de Farmacia. Universidad de
Navarra.
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